Una buena gestión emocional implica actuar sobre la raíz de la emoción. Vamos a poner un ejemplo: la ira y la envidia son emociones, pero la primera es una emoción básica y la segunda es secundaria. La envidia depende de un factor social, no es una emoción universal, y se obtiene como mezcla de emociones básicas (tristeza por lo que ya no tengo e ira). Para poder gestionar la envidia, debo actuar sobre esta raíz.

La rueda de las emociones es una herramienta útil para identificar la raíz de estas emociones secundarias. Además, existen una serie de pasos o claves que pueden ayudar a la hora de conseguir una buena gestión emocional:

  1. Lo primero que tenemos que hacer es identificar la emoción, es decir, ponerle nombre. Para ello puedes preguntarte: “¿Qué está pasando dentro de mí?” Te resultará de utilidad prestar atención plena a lo que te está ocurriendo: cómo son tus movimientos, si sientes tensión y dónde la estás sintiendo, cómo es tu postura… Como comentábamos en el Blog anterior, las emociones son respuestas fisiológicas, por lo que si nos fijamos bien en nuestro cuerpo podemos comprenderlas e identificarlas mucho mejor.
  2. Una vez tengamos identificada la emoción, nos llega el momento de aceptar. Date permiso para sentir y honra la aparición de esa emoción. Tratar de evitarla o suprimirla no sirve de nada, acéptala y responsabilízate de ella.
  3. Lo siguiente es escuchar. Una vez que aceptamos la emoción que estamos sintiendo la podemos escuchar. Nos podemos preguntar: “¿Qué mensaje me está dando la emoción que estoy sintiendo?” o “¿Qué función puede estar teniendo la emoción que estoy sintiendo?”. Quizás la tristeza pueda estar dándome un mensaje de que necesito una ayuda, por ejemplo.
  4. Ahora nos toca actuar. Puedes preguntarte lo siguiente: “¿Qué puedo hacer que me haga sentir mejor?” o “¿Cómo puedo enfrentarme a esta emoción comportándome afín a mi misma?”
  5. Y, por último, soltar esa emoción. De igual manera que vienen, las emociones se van. No debe quedarse contigo para siempre. Si se queda fija y no puedes soltarla, es hora de repasar alguno de los puntos anteriores.

– Identificar, aceptar, escuchar, actuar y soltar –

Podemos entender a las emociones como las olas del mar: aparecen, crecen y rompen, volviendo el agua al mar sin llegar a desparecer. Las emociones seguirán formando parte de nosotros, solo tenemos que aprender a surfearlas. No podemos evitar que las olas del mar nazcan, y lo mismo sucede con las emociones. Si las evitamos, aparecerán de otro modo (ansiedad, por ejemplo).

¡Esperamos que te haya sido útil y lo pongas en práctica!