En la entrada anterior del Blog hablábamos sobre qué eran las habilidades sociales y por qué era necesario trabajarlas para tener unas relaciones más sanas, duraderas y fructíferas.
Algunas de las habilidades sociales básicas a cultivar son:
- Escucha activa: Adquirir la habilidad de prestar atención a lo que nos expresan, inclusive cuando no lo verbalizan, a través de un lenguaje corporal. Esta habilidad destaca por su gran importancia en la comunicación. Potencia la capacidad de entender lo que desean transmitirnos desde una perspectiva abierta y sin prejuicios hacia diversas perspectivas. Para ello es importante aprender a desactivar la función de vivir en automático y establecer contacto con el presente.
- Empatía: se describe como la aptitud para conectar con la emoción de la otra persona, teniendo en cuenta que esta emoción no nos pertenece. Implica la capacidad de comprender qué ha llevado a la otra persona a experimentar ese sentimiento en particular. Esta destreza contribuye a liberarnos de los prejuicios y promueve una mayor capacidad para validar emociones.
- Asertividad: Poseer la habilidad de comunicar nuestras emociones, sentimientos y derechos de manera que se respeten los derechos de los demás. La asertividad previene dificultades en la comunicación, lo que, a su vez, contribuye a que las relaciones entre individuos puedan resultar más gratificantes.
- Paciencia: Cultivar la paciencia en un mundo donde la inmediatez impera puede ser desafiante pero no resulta imposible. La paciencia implica tolerar los períodos de espera y los ritmos naturales. La habilidad de ser paciente aporta ventajas tanto a nivel externo como en relación con tu propio bienestar emocional. No siempre nos hallamos en circunstancias idénticas ni podemos ofrecer un rendimiento constante, y esto es perfectamente normal. Trabajar en desarrollar la paciencia puede ayudar a reducir el estrés que suele acompañar al ritmo de vida actual. También puede favorecer una mayor presencia en el momento presente, practicando la atención plena.
- Compromiso: En ocasiones, el trayecto puede extenderse, pero esto no implica que no alcanzarás tu destino. El compromiso se origina desde tu interior y tu primer compromiso es contigo mismx, estableciendo un ritmo que se adapte a tu situación actual. Es posible que te encuentres con desafíos, pero entonces explorarás cómo ajustar tu itinerario.
- Gestión emocional: La aptitud para manejar las distintas emociones que experimentamos con el propósito de recuperar nuestro equilibrio. El control emocional no es algo con lo que nacemos, sino que es una habilidad que se adquiere. Esta competencia brinda a las personas una mejora en su calidad de vida y en su estado emocional, lo cual también influye en su comportamiento hacia el entorno. No somos impotentes frente a las circunstancias, sino que poseemos la capacidad de trabajar con nuestras emociones con el fin de experimentar una sensación de bienestar.
- Responsabilidad: No es adecuado eludir responsabilidades, aunque nos resulte incómodo o, en ocasiones, difícil reconocerlo, ya que la responsabilidad recae en nosotros. La responsabilidad está relacionada con la aptitud para responder de manera efectiva o habilidosa a situaciones. Asumir nuestras responsabilidades, incluso en el ámbito emocional, es un elemento esencial para avanzar hacia el éxito personal.
- Compasión y autocompasión: La compasión se define como el sentimiento que emerge al presenciar el dolor de otra persona y que impulsa el deseo de brindar apoyo. Este talento nos vincula emocionalmente con los demás de una forma intensa. Del mismo modo, la autocompasión se relaciona con la autoestima, con la capacidad de proporcionarnos a nosotros mismos el mismo afecto que brindaríamos a alguien que atraviesa dificultades.
- Gestión de conflictos: En las interacciones con otras personas, en ocasiones, surge la discrepancia, por lo que contar con la capacidad de gestionarla de manera efectiva nos ayudará en estos contextos. Un manejo exitoso de las divergencias implica practicar la empatía, el diálogo y la negociación.
- Comunicación: La comunicación se define como acción de transmitir información o mantener un diálogo. No podemos permitirnos suponer ni permitir que el entorno lo haga. Competencias comunicativas sólidas se relacionan con la capacidad de escuchar atentamente, discutir, justificar y reflexionar. Las interpretaciones erróneas a menudo provocan conflictos que pueden desembocar en enfados, malentendidos o desacuerdos entre las partes involucradas.
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