En general, podemos diferenciar de forma amplia entre estilos de apego seguros e inseguros. El tipo de apego seguro es el que se ha formado de manera saludable, con las figuras de cuidado en forma de apoyo a todos los niveles. En cambio, el estilo de apego inseguro se caracteriza por haber presentado carencias en el cuidado o necesidades del niñx.

 

APEGO SEGURO:
El apego de estilo seguro se forma cuando, a lo largo del desarrollo infantil, hay figuras de cuidado que han satisfecho las necesidades fisiológicas y emocionales del niñx. Estas figuras (padres, madres, tíos, abuelos…) han estado presentes físicamente y disponibles emocionalmente de manera constante y estable a lo largo del tiempo. En consecuencia, cuando existe este tipo de apego seguro en la infancia, se aprende que existe una base segura a la que acudir cuando sea necesario, sin dejar de explorar el entorno y desarrollando autoestima y valía personal.

 

APEGO INSEGURO:
Dentro de los estilos de apego inseguro encontramos tres: ambivalente, evitativo y desorganizado. Vamos a explicar los dos primeros, ya que el apego desorganizado es más complejo y está relacionado con experiencias ligadas a traumas en el apego.

Apego ambivalente:
Este tipo de apego también se puede conocer/leer como apego ansioso. Se forma cuando las figuras de cuidado no siempre estaban cerca a nivel emocional, es decir, estaban de forma intermitente (a veces sí, a veces no). Esto conlleva un estado de duda constante al no poder predecir cuándo la figura de cuidado que es necesitada va a estar presente. Se crea un miedo a la separación, angustia en momentos de soledad, dificultades para explorar cosas nuevas…

Apego evitativo:
Esta forma de apego se desarrolla cuando la persona de cuidado es fría y distante a nivel emocional. Esto no quiere decir que no existe cariño o amor del cuidador hacia el niñx, pero puede ser que no se transmita emocionalmente. Se produce en personas con dificultad para expresar emociones, o bien para validar o escuchar otras distintas. Este estilo de apego fomenta mucho la independencia o autonomía del niñx. En este caso no hay incertidumbre, el niñx sabe que hay ciertos aspectos con los que no va a conectar con sus cuidadores.

 

En el tratamiento de los TCA es imprescindible trabajar teniendo en cuenta la teoría del apego, trabajando en profundidad cómo se vinculan los pacientes, con el fin de que puedan establecer relaciones más saludables desde un apego seguro.