Como comentábamos en las anteriores entradas sobre el apego, no solo es importante conocer los tipos de apego existentes, sino saber cómo pueden influir en nuestra vida. Existe una gran relación entre el vínculo de apego que establecemos en la infancia con nuestros cuidadores y nuestro desarrollo emocional y social en la edad adulta.

Si habéis leído la entrada del blog anterior, volvemos a nombrar los mismos tipos de apego pero con la traducción en la edad adulta.

 

APEGO SEGURO:

El apego de estilo seguro se muestra en la edad adulta en la capacidad de tener relaciones saludables con otras personas, donde se puede desarrollar un entorno de intimidad y cercanía, ya que la confianza en los demás se ha desarrollado de forma correcta. Además, a pesar de saber que a veces necesitamos a otras personas, uno mismo tiene los recursos propios para desenvolverse con autonomía, autoestima y confianza; haciéndose cargo y gestionando las emociones resultantes.

 

APEGO INSEGURO:

Dentro de los estilos de apego inseguro encontramos tres: ambivalente, evitativo y desorganizado. De igual forma que en los tipos de apego infantil, vamos a explicar los dos primeros:

Apego ambivalente:

En este estilo de apego, marcado por la incertidumbre en la infancia, puede ocurrir que exista miedo al abandono o a la soledad, situaciones de dependencia por la poca confianza en uno mismo, o que la autonomía personal no esté muy desarrollada. Cuando se ha producido un apego ambivalente podemos observar relaciones de dependencia emocional o la necesidad de validación constante.

Apego evitativo:

El apego evitativo, marcado en la infancia por crecer en un entorno poco afectuoso donde las emociones se escondían e invalidaban, puede mostrarse en la edad adulta como un rechazo hacia el compromiso. La persona puede sentir cierto miedo o rechazo para gestionar las relaciones que tienen un grado de intimidad, generándose incomodidad en las relaciones personales y prefiriendo la independencia. La persona también se caracteriza por huir sobre hablar de emociones, de mostrarlas, de permitirlas, de validarlas…

 

En el tratamiento de los TCA es imprescindible trabajar teniendo en cuenta la teoría del apego, trabajando en profundidad cómo se vinculan los pacientes, con el fin de que puedan establecer relaciones más saludables desde un apego seguro.