Padecer un transtorno de la conducta alimentaria (TCA) no tiene una causa determinante, pero si existe un conjunto de factores y causas que facilitan la aparición de un trastorno como tal.

Uno de estos factores se encuentra en el núcleo familiar y el cómo este presenta una educación y unos hábitos alimentarios en ocasiones insanos. Motivados por el deseo de disfrutar de una vida larga y sana se ha atendido a la proliferación de toda una serie de recomendaciones basadas en mitos y creencias, surgiendo las “dietas mágicas” que contribuyen a unos de los mayores problemas de la nutrición en nuestro país.

Estos hábitos inadecuados encierran una serie de creencias y mitos relacionados con la alimentación que resultan ser falsos o no del todo ciertos. Por ejemplo:

 

“Las patatas engordan”

Este alimento está presente hoy en multitud de combinaciones y presentaciones culinarias así como en diferentes procesos industriales que utilizan la fécula de la patata para elaborar distintos productos (aperitivos expandidos o algunos embutidos). Quizá  por este empleo se ha identificado, a este alimento con exceso de calorías.

En realidad la patata contiene un 75-80 % de agua, lo que hace que no se considere un alimento hipercalórico. Además si se cocinan cocidas o asadas, aportan menos calorías que alimentos como un filete de ternera, un yogur entero o un vaso de leche. Lo que sucede, como con cualquier otro alimento, es que depende de la cantidad que se consuma y de la forma de preparación. Lo que acompaña a la patata es lo verdaderamente energético como la mantequilla,  las patatas chips, las salsas. Las patatas tanto cocinadas con su piel o fritas conservan su alto contenido de vitamina C, además de una fuente de potasio, y en menor medida de proteínas y fibra.

 

“El pan engorda”

Los alimentos “engordan” en función de dos cosas: su propia composición y las cantidades en que se consuman. Si el consumo es moderado, podemos asegurar que es recomendable. El tema está en los alimentos que acompañan al pan. También se dice que el pan tostado, de molde o colines engordan menos. Y no es cierto, ya que para mantener este tipo de pan en condiciones optimas se le añade una pequeña proporción de grasas y aditivos que suman más calorías que el pan blanco fresco tradicional.

Si queremos tomar algo menos de calorías podemos sustituir el pan blanco por el pan integral de barra. Así además estaremos tomando más fibra.

 

“ La leche desnatada contiene menos calorías que la entera”.

En el caso de personas con problemas de descontrol alimentario, esta idea provoca que se aumente la ingesta de leche desnatada por lo que al final, estamos tomando más Kcal al aumentar la cantidad de leche.

 

“La fruta de debe tomarse en ayunas o entre comidas”

Este mandamiento de la mayoría de dietas hipocalóricas, no tiene ningún sustento científico. Las calorías que aporta cualquier alimento son las mismas con independencia del día, o momento en que se ingiera. Otra cosa, es que tenga un alto poder saciante (por lo que es utilizado para “matar la sensación de hambre). Si solo se toma fruta, se estaría tomando un porcentaje muy alto en agua, fibra y vitaminas, pero muy escasas proteínas (fundamentales en una dieta sana). Esto muchas veces tiene un objetivo “depurativo”, y en realidad es una gran “imprudencia”.

 

 “ Las legumbres engordan”

Forman un papel básico en una alimentación “sana” y “saludable”, identificada con la dieta “mediterránea”. Se ha demostrado recientemente que ayudan a mejorar el colesterol, controlar el azúcar y prevenir enfermedades gastrointestinales, teniendo un importante aporte en fibra.

Las legumbres son un alimento equilibrado, que engordan según se guisen. SI están estofadas con verduras y se les incorpora un poco de aceite en crudo engordarán mucho menos que si se guisan con chorizo, panceta o una fabada.

“La carne de cerdo es la más grasa”

La carne de cerdo se considera grasa, porque se asocia en general al consumo de tocino, baicón, embutidos, salchichas, jamón, patés, etc. Tenemos que saber que la carne magra de cerdo (lomo, solomillo, paletilla o jamón), contiene poca cantidad de grasa, del orden del 2-4%. Es decir, una cantidad similar al pollo e incluso inferior a la carne de vacuno. Además buena parte de la grasa de cerdo es muy parecida al del aceite de oliva. El consumo de carne magra de cerdo se debe recomendar no sólo en la alimentación normal, sino también en las dietas del control de colesterol.