La gran mayoría de los pacientes que sufren Trastornos de la Conducta alimentaria se han interesado en saber cómo perder peso o hacer distintas dietas. Al buscar esto en internet, seguro que se han encontrado con alguna página que habla de la famosa fórmula del peso ideal, además del conocido IMC (índice de masa corporal).

Estas dos fórmulas son ineficientes para conocer el estado de salud de una persona, ya que no existe una manera de saber qué peso es “ideal” para alguien concreto.

Estas fórmulas se crearon hace cientos de años con distintos propósitos y se utilizan actualmente en la práctica clínica como forma de tener una aproximación a rangos de pesos “recomendados”.

Muchos pacientes nos preguntan por cuál sería el peso ideal, pero no podemos dar una respuesta exacta porque no existe. Mediante estas fórmulas podemos observar cómo es nuestro peso respecto a nuestra estatura, pero no nos dicen nada sobre nuestra salud, hábitos de vida, satisfacción, descanso, autoestima, estrés, masa muscular, masa grasa, genética, gestión de ansiedad, conductas saludables, estado emocional… Es decir, nos dará una aproximación de un número para ver si estamos cerca o no de rangos recomendados, pero nunca definirá nuestra salud o composición corporal.

Para entender mejor esto vamos a poner un ejemplo:

Imagina que siempre has tenido un cuerpo más grande que el resto de tus compañeros y tu familia se enfoca en que tienes que bajar de peso, sin importar las consecuencias. Te has enfrentado a muchas dietas restrictivas donde pasas hambre, estrés y ansiedad. Constantes subidas y bajadas de peso a lo largo de los años, lo cual también ha influido en que en el colegio las cosas no fueran bien. Acabas yendo al médico y, sin hacer analíticas ni conocer tu vida, te indica: “tienes que bajar de peso porque tu IMC está alto”. Todo esto sin enseñarte a comer, sin preocuparse por tu nivel de ansiedad o estrés… ¿CÓMO TE SENTIRÍAS?

Esta situación genera muchísimo estrés y de ahí pueden aparecer problemas importantes de salud: baja autoestima, estrés, ansiedad, insatisfacción y dismorfia corporal, depresión, aislamiento y trastornos de la conducta alimentaria.

Al final lo que sucede es que en un intento de buscar salud la acabamos perdiendo. La solución es aprender a relacionarnos con los alimentos de forma tranquila, aprender que la salud va mucho más allá que el ejercicio y la comida, que es también autocuidado y disfrute, sin culpas, sin obsesión.