Las inseguridades en torno al cuerpo en las mujeres se observan con mucha frecuencia. El ideal de belleza corporal o lo que a día de hoy es considerado un cuerpo atractivo ha sufrido múltiples versiones a lo largo de la historia. Es cierto que desde los años 90 ha permanecido más o menos estable, pero a lo largo del siglo XX el “cuerpo ideal” varió notablemente de una década a la siguiente.

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Antes del siglo XX, el ideal del cuerpo femenino era rubenesco. Igual que las mujeres que se encuentran en las pinturas barrocas, el ideal corporal eran mujeres voluptuosas, con pechos y caderas grandes, además de un vientre redondeado.

A principios del siglo XX, el ideal seguía siendo una mujer voluptuosa y de caderas grandes, pero con un aspecto algo más frágil debido a que comenzaron a despuntar las figuras con cinturas de avispa con los famosos corsés, además de cuellos largos y delgados.

En los años 20, las jóvenes quisieron romper con las normas convencionales. Con el final de la primera ola del feminismo, se comenzaron a cambiar los incómodos corsés y las faldas largas por vestidos sueltos y cortos. Además, las mujeres se vendaban el pecho para conseguir eliminar las curvas y tener la forma delgada que era la moda de la época, contraria a tiempos anteriores.

En los años 40 y 50, los valores e ideales tradicionales volvieron a predominar tras la Segunda Guerra Mundial. La figura del ama de casa curvilínea y voluptuosa volvió a despuntar. También volvieron los corsés y las fajas, además de aumentar las ventas de productos para ganar peso.

En los años 60 y 70, se inició la segunda ola del feminismo. Con la nueva cultura surgieron los hippies, las it-girls… El ideal corporal era un cuerpo andrógino y delgado que era reflejo de ese nuevo ideal cultural de juventud y rebelión.

En los años 80, el cuerpo modelo seguía siendo un cuerpo delgado, aunque no tan demacrado como en años anteriores porque las mujeres comenzaron a querer que su cuerpo reflejase fuerza para que fuera en consonancia con el ideal de mujer poderosa que ejerce una carrera profesional al igual que el sexo masculino.

En los años 90, el ideal de cuerpo femenino era extremadamente delgado, pálido, de aspecto juvenil. El peso medio de las modelos de pasarela y fotografía descendió notablemente y se situó en valores que nunca antes se habían observado.

En la actualidad, se sigue valorando un cuerpo con un porcentaje de grasa bajo y en definitiva un cuerpo delgado, pero también con un trasero grande y músculos definidos.

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Muchas personas consideran que el modelo actual de belleza es menos discriminatorio que en tiempos anteriores, pero no deja de ser un ideal de belleza poco inclusivo que tiene un factor muy importante en el desarrollo de los TCA. La presión social que se ejerce en los medios de comunicación y en las redes sociales sobre este ideal de belleza debería limitarse ya que esto puede suponer un factor decisivo en la aparición de estas enfermedades mentales.